Michaelangelo Barnez

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¿LAS BOMBAS NUCLEARES… ESTÁN DE ADORNO?

In Ficción, Libro, Novela on 2 de octubre de 2012 at 3:27

Hora  : 6 a.m.

Lugar: La Casa Blanca, Washington DC.

El General Especialista en asuntos militares del Medio Este, el general Kaolín Rowel y el Presidente estaban en la oficina Oval. La reunión tenía un carácter informativo y a la vez resolutivo ya que se trataría acerca del plan militar de las fuerzas americanas ante una guerra inminente.

El especialista en asuntos militares en el Medio Este hizo un preámbulo de presentación a las palabras del General Rowel. Luego éste, en forma breve y esquemática, planteó las características geopolíticas del área. Basado teóricamente en la “política del dominó” sostuvo que el factor religioso, el Fundamentalismo Islámico, se había convertido en la fuerza moral y política del extremismo, y que por tal razón ese era el eje que unía a la mayoría de los países desde el norte de África como Argelia, Libia y otros, hasta el norte y oeste de la India, como Pakistán y Afganistán, y que el Medio Este sería el escenario central de la crisis. De manera que el conflicto no se circunscribía a Israel y sus fronteras, sino que ésta podría ser sólo la chispa que prenda el fuego en toda la región. Afirmó también acerca del peligro que en la inminente guerra pueda llegarse al extremo de usar armas nucleares. Citó a Israel, Irán, Pakistán e India, como poseedores de dicho arsenal y puntualizó que el alcance balístico de sus misiles era relativamente inofensivo para la seguridad continental de América debido a su corto alcance, pero lo suficientemente dañino como para barrer al género humano en la zona de conflicto, con el consecuente daño ecológico de contaminación al mundo entero; e hizo un severo comentario acerca de la crueldad de los lideres de esos pueblo ya que ellos no dudarían en usar sus armas de destrucción masiva. Luego, remarcó además que la India, país poseedor de armas nucleares, no se mantendría neutral viendo cómo el Fundamentalismo fanático trataba de imponerse al norte y oeste de su frontera, y por lo tanto se vería obligado a intervenir. Finalmente remarcó que los Estados Unidos estaban directa y absolutamente comprometidos en cualquier conflicto bélico en las actuales circunstancias, y de que su participación en la inminente guerra debería ser rápida, masiva y contundente. Como asesor militar, dijo, que se había permitido emplear afirmaciones de carácter político pero que éstas habían sido necesarias para sostener la propuesta militar, y en todo caso, sería el Presidente, como Comandante General del Comando Conjunto del Ejército Americano, a quien le correspondía hacer las argumentaciones y modificaciones del plan operativo del Pentágono que él estaba listo a explicar.

El Presidente había escuchado con mucha atención la breve argumentación del asesor militar y cuando éste terminó no hizo ningún comentario al respecto, siguiendo una norma de conducta general de quienes se han sentado en el sillón principal de la oficina oval. Las opciones del Presidente ante un plan de acción militar eran tres; y estos eran, aceptarla, hacerle algunas modificaciones o vetarla. Por lo general los planes elaborados por el Pentágono, en toda su historia, han tenido un carácter genocida que en muchos casos había sido suavizado por la sensibilidad y tino político del Presidente de turno y sus asesores, pero en otros, aplaudidos y aplicados con toda la energía paranoica del guerrerista presidencial de turno. Ésta vez, ante una guerra inminente, el Presidente no podría vetar el único plan en donde se protegía la seguridad americana y sus intereses internacionales, ni tampoco crear una de su propia inspiración, así que le quedaba  sólo la vía política y diplomática para impedir la guerra o atenuarla pero sin caer en el vacío de la imprevisión ya que el Pentágono, siguiendo el libro de procedimientos, tenía al Ejército en constante alerta y listos para entrar en combate en cualquier lugar del mundo con todas sus armas de destrucción masiva, capaces de destruir a todo el género humano y compañía del planeta; quedando la palabra presidencial reservada para las decisiones definitivas basadas en aspectos políticos.

El Presidente miró al general Rowel como permitiéndole proseguir y presentar el plan militar preparado por el Pentágono.

Entonces, éste empezó diciéndole:

«Señor  Presidente el plan operativo que hemos elaborado ha sido llamado ‘Operación Sombrilla’ porque está diseñado para brindar una cobertura de protección a Israel, usando nuestros misiles ‘Patriot’, igual a los que usamos en la guerra del Golfo Pérsico el 91, además, en ésta cobertura protectora serán usados nuestros satélites que estarán continuamente observando el área…»

El general Rowel hablaba mientras mostraba diferentes puntos en un gran mapa del Medio Este y sus zonas aledañas. Sobre éste mapa se podía observar diversas naves de guerra en miniatura y autoadhesivas que estaban ubicadas en donde se mostraba el Mar Mediterráneo y el Mar Rojo; estas representaban a las flotas de la marina de guerra americana.

«Éste es un plan defensivo… – siguió explicando el General-… Y si es necesario, la naval bombardeará a las líneas enemigas con misiles ‘Tomahawk’ de mediano alcance… – y el General describió los detalles de dicha operación, para terminar diciendo-… éste plan no expondrá la vida de ningún soldado americano a un combate directo, por lo tanto ninguno estará en riesgo de perder la vida, más allá de las circunstancias naturales»

«Eso me gusta General, eso me gusta, pero ¿qué sucedería si el conflicto empieza a empeorar?», preguntó el Presidente.

«Bien, entonces nosotros pasaríamos del plan defensivo a otro, de ofensiva, ya previsto, llamado la ‘Operación Rodillo’, que desde nuestras posiciones previas, y debido a su versatilidad, empezaríamos a destruir los lugares estratégicos de nuestros enemigos, usando nuestra artillería naval y misiles de largo alcance, también los aviones bombarderos B-52 y Stealth, protegiéndolos con los aviones cazas F-16, F-18 y  F-22…», el general hizo una pausa para cambiar en el mapa la posición de las naves de miniatura que representaban ahora una operación agresiva, y luego agregó: “Señor Presidente, si nosotros llegamos a ese nivel de la guerra, vamos a estar forzados a ocupar y retener la zona por un tiempo indeterminado…»

«Hasta que las Naciones Unidas se hagan cargo», dijo el Presidente.

«Sí señor Presidente, pero esa será su decisión, en ese caso trasladaremos 500 mil soldados desde nuestras bases de España, Italia, Grecia y Turquía, a la zona del conflicto, además de los otros 500 mil que ya están en camino al área…», y el general se permitió hacer un comentario que le permitiría abordar un aspecto del plan que consideraba muy delicado, basado en la fría fórmula matemática que el Pentágono tenía en consideración en todas sus aventuras militares, por lo que dijo: «Ésta va a ser una guerra muy rápida y… devastadora señor».

El Presidente guardó unos segundos de silencio, y luego le preguntó al general, sin mirarlo directamente: «¿Han calculado ustedes ya, cuál será el costo humano de ésta guerra?»

«A éste nivel, sí señor. ¡No más de mil vidas de soldados americanos!».

El presidente pestañeó nerviosamente al oír la elevada cifra de sus conciudadanos considerados ya muertos antes de empezar cualquier acción militar, y luego preguntó: «¿Y qué acerca de nuestros enemigos?»

«No menos de un millón, señor», afirmó el general.

«¡Oh Dios mío!… -exclamó el Presidente asombrado por la magnitud de muertes que de una manera u otra pesarían en su conciencia, y preguntó-… ¿Por qué, por qué tantos?»

«Para evitar una mayor pérdida de vidas de nuestros soldados… -y el general empezó a dar la consabida excusa de los genocida del pentágono-… hemos considerado necesario, destruir las principales ciudades de Irak, Irán, Libia, El Líbano, Afganistán y Pakistán, antes de empezar la invasión, de tal manera de que queden desarticulados política y militarmente, para lograr eso arrojaremos pequeñas bombas nucleares de efectos controlados en lugares estratégicos ya determinados por nuestro Servicio de Inteligencia…»

«¿Bombas nucleares?”, le interrumpió preguntándole abruptamente el Presidente.

«Sí señor, de 50 a 100 kilotones de carga, cuyo efecto instantáneo es devastador pero cuyos efectos secundarios o posteriores pueden ser controlados fácilmente. Además, como le dije, es la única manera de reducir la pérdida de vidas de nuestros soldados. Pero usted señor, es el único que puede tomar esa decisión»

«¡Oh Dios!” dijo el Presidente parpadeando nerviosamente, afectado por la responsabilidad que tenía en sus manos. Jamás pensó necesario llegar a tal punto; de joven había participado en la protesta en contra de la guerra de Vietnam y marchado codo a codo con estudiantes negros en contra del racismo, rompiendo puertas a puntapiés de clubes segregacionistas;  por años había hablado de la democracia, la libertad, los derechos humanos y en contra de toda discriminación; y sólo unos años atrás, al principio de su administración, había estrechado las manos de Yitzack Rabín y Yasser Arafat en la firma del tratado de paz entre israelíes y palestinos. Y pensó que así pasaría a la posteridad. Pero ahora se sintió atrapado, terriblemente atrapado, aunque, asumiendo su responsabilidad neoliberal de un estado gendarme del mundo, aprobó el plan del Pentágono diciendo: “¡Por Dios, espero que ellos no empiecen ésta guerra!»

«¡Sí señor, es mejor que ellos no lo hagan, de otra manera nosotros estamos listos para aplanarlos!», exclamó orgulloso el general especialista en asuntos del Medio Este, por la aprobación presidencial, ya que éste era uno de los gestores.

«Además señor… -intervino el general Rowel-… quiero informarle que ya hemos embarcado cientos de misiles ‘Patriot’ a Israel como parte de la ‘Operación Sombrilla’ y las flotas del Mediterráneo y el Mar Rojo están en máxima alerta!»

“¡Bien hecho General, bien hecho!”

La reunión continuó por sólo unos minutos más para dar los últimos arreglos a la «Operación Sombrilla», que era básicamente una mascarilla de plan defensivo con una gran versatilidad a ser transformada, en lo que realmente proyectaban hacer las águilas rapiñas del imperialismo norteamericano, en una poderosa operación de ofensiva estratégica de indudable carácter genocida… Continua…

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